martes, 27 de mayo de 2014

Tu boca es la almohada mullida,
que recoge mi corazón.

Reposo entre tu mirada,
al aliento de las estrellas,
iluminando mi cielo.

Medito entre esos álamos,
de tu alma, en su cobijo,
mi hogar.

Me acojo entre tus besos,
mar embravecido en las noches,
que la luna deja pasar,
las olas del firmamento.

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